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OFICIOS
Los ferradores

Ferrando una vacaEn los tiempos en que los animales hacían tareas de tiro, carga y monta, era un gran problema el desgaste de sus pezuñas en el intento de arrastrar las pesadas cargas o mover las herramientas de trabajo del campo, de ahí que era indispensable herrar los animales que hacían el trabajo y los ferradores eran los encargados de hacerlo.

Las ferraduras de fierro, han sido utilizadas desde el siglo segundo antes de Cristo y desde esas fechas sufrieron pocas modificaciones en la forma o en la tecnología. Para los caballos una pieza en forma de U, fijada al casco por los tradicionales clavos hechos de hierro, constituye la ferradura que viene siendo usada hace miles de años y en los días actuales, todavía lidera el ferramiento de los caballos del mundo entero, para las vacas y bueyes el callo con su forma peculiar para adaptarse a la pezuña de estos animales.


Entre los principales males debidos a las ferraduras de hierro estan el exceso de impacto transmitido por la estructura osea que contribuye significativamente a los problemas locomotores y el estrago causado por los agujeros de los clavos en la pared del casco, otro problema es la vitrificación de los cascos debido a las partes raspadas que produce el ennegrecimiento de las paredes.


Históricamente el ferramiento es un mal necesario para algunas de las actividades de los animales de tiro y monta un ferramiento debe llevar por lo menos 29 elementos que son 4 ferraduras que se adapten a los cascos bien preparados y respeten una condicion anatómica ideal del animal 24 clavos bien puestos y un ferrador consciente de la labor que debe realizar

Con mandil con pechera de cuero, al herrero se le veía poniendo las herraduras a los burros, machos y caballos, a estos dóciles animales, a los cuales vi doblar mansamente sus patas, dejándose herrar... Hasta en la calle, a la entrada de la herrería.

Así el oficio de herrero ha ido desapareciendo; no hay suficientes animales de tiro para herrar y es difícil encontrar alguna herradura en las calles... como sucedía antaño y que según la creencia popular, si alguien encontraba alguna, se la llevaba para su casa y la colgaba detrás de la puerta, porque le traía buena suerte.

Herramientas

El auge que proporcionó la herradura a la agricultura y a la economía no habría sido tal, si no hubieran existido unas manos expertas que colocaran la herradura en los cascos de los animales de tiro. Estas manos expertas son las de los ferradores, cuyo oficio queda casi relegado al olvido y al que tanto tenemos que agradecer. Dentro del herrador, a veces con aspecto de hombre rudo, había y hay un ser afable y cariñoso con los animales y un gran observador de la naturaleza.

El herrador, antes de herrar al animal, lo acaricia en la cara, en el cuello, en el lomo, en las orejas y le habla para tranquilizarle. Cuando toma precauciones de seguridad, procura hacer el menor daño al animal.

De los herradores se puede decir que fueron los primeros veterinarios. Observaban a los animales en sus dolencias y procuraban encontrar remedios en la naturaleza: Malva, enebro, dormideras, romero... sal, vinagre, sanguijuelas, etc. Curaban mataduras, cólicos, diarreas, infecciones bucales y algunas veces castraban asnos o mulos. Era frecuente que el herrador hiciera labores de rapa (corte y acondicionamiento de las crines, lanas y pelos de los animales).

Las herramientas que utilizan son: Unas tenazas para sacar y recortar los clavos, otras para cortar el casco, el pujavante para rebajar y alisar el casco, una cuchilla para recortar los salientes alrededor de la herradura y el martillo para clavar los clavos.

   1 Tenaza cortacascos
  4 Tenaza con talón
  2 Tenaza cortacascos mod. español
  3 Tenaza de desherrar mod. español
  5 Pujavante 60 mms
  6 Pujavante 65 mms
  7 Callos para vacuno
Herramientas para ferrar

El yunque permite amoldar las ferraduras a los cascos de animal, así como creación y la adaptación de herramientas y piezas de forja. Tiene una serie de elementos para los distintos trabajos. Dispone de dos agujeros, uno redondo, donde se insertan distintos dispositivos para facilitar acciones de doblado , taladrado, etc. y otro cuadrado donde se insertan dispositivos que permiten distintos cortes, agujerados de las piezas en distintos formatos, etc.

Piedra de afilar. Piedra plana lisa o redonda movida mediante rabil que permite afilar o conformar distintas herramientas o elementos elaborados.

Pila de agua. Dispositivo para contener agua que podía ser de metal, piedra, etc. Permite enfriar las piezas que se están trabajando, así como, utilizando distintos líquidos refrigerantes (aceite, etc) dar un determinado punto de dureza (templado del corte de la herramienta, acerado de la pieza o parte de ella) a las herramientas elaboradas.

La Fragua

Reciben este nombre tanto el dispositivo como el edificio donde se podía remodelar el hierro por medio del fuego. Habitualmente consistía en un tendejón cerrador que podía contener fragua, potro y talleres para otros usos.

El potro de ferrar

Potro de ferrar

Hasta los años cincuenta del siglo XX, los animales constituían un elemento fundamental en el desarrollo de las tareas agrícolas. Las yeguas y caballos, las mulas y mulos, los bueyes y vacas, los asnos, tan necesarios para el trabajo, abundaban en los pueblos. Había que cuidarlos lo mejor posible. El herraje (ferrar) era uno de estos cuidados. Para que los animales pudieran caminar más cómodamente había que ponerles de vez en cuando herraduras a sus cascos. Herrar al ganado asnal, mular y caballar, no resultaba, salvo excepciones, excesivamente complicado. Mucho más peligrosa se hacía esta operación cuando se trataba del ganado vacuno. Lo mejor era inmovilizar al animal para poder hacer el trabajo con tranquilidad, sin miedo a coces y cornadas. Para eso se inventó el potro de ferrar.

Dibujo de un potro

 

El potro de ferrar estaba formado por cuatro pilares de piedra o troncos de madera (según los lugares) clavados en el suelo, formando un rectángulo, de tal manera que dentro de él cupiera el animal que habría de herrarse. A su vez, los pilares de los lados más largos estaban unidos con dos vigas horizontales, de las que colgaban unas cinchas de cuero con las que se inmovilizaba al animal mediante elevación. En el frente, se colocaba un yugo (xugo) de madera, donde se sujetaba la cabeza de la res. En algunos lugares aún se conservan potros de ferrar. Han sido restaurados y constituyen interesantes monumentos históricos.

 

Pasos del herraje
Ferrando 1 Quitar la herradura vieja ya gastada , cortar y limpiar el casco. Curar heridas o calcones si procede.
Reparar el casco.
Desbastar y escofinar el casco. Asentarlo con el pujavante.
Adaptar la herradura. Habitualmente se utiliza la fragua si la adaptación de la herradura hecha es compleja o requiere la fabricación de la misma.
Probar la herradura en el casco.
Clavar la herradura. Detalle del remachado del clavo utilizando la tenaza en la salida del mismo, previamente cortado el sobrante.
Ferreiro

 

Trabajaban en las fraguas o forxas y como complemento el mazo. En la fragua trabajaban por parejas; el abalador y el abaladeiro. Sus útiles fundamentales son la incle, un barquín, un regazal, tenazas, tayadeiras (cortafríos), tixeiras, el espalmador, la marra (mazo grande), claveira, tufo. Se producía un sonido característico. Los trabajos más habituales era la fabricación de clavos, bisagras, pechadoras, picaportes y ferraduras; pero también hacían cazos, viradeiras y algunos aperos sencillos como gadañas, reyas, fouces.

 

La fundición de hierro fue la principal actividad industrial en muchos concejos del occidente asturiano, debido a la abundancia de corrientes de agua y de madera para hacer carbón vegetal. La vena de hierro, se traía de Vizcaya, pues el mineral asturiano era de baja calidad. Las instalaciones precisas eran de tres tipos: la ferrera, donde la vena se fundía y transformaba en barras de metal; el mazo, donde se estiraba y se daba la primera forma a los objetos, y la fragua donde se remataban y reparaban.

Una ferrería tipo podría ser un pequeño edificio con un martinete, una fragua. La fuerza del agua movía una rueda vertical colocada en el extremo del árbol, un eje con dos levas que al girar levantaba un martillo de unos 200 kilogramos de peso, que al descender golpeaba un yunque especial encajado en un cepo empotrado en el suelo. Otra rueda menor accionaba alternativamente dos fuelles, los barquines, que inyectaban aire en el rezagar, el hogar donde se calentaban las piezas de hierro.

 

Con el hierro estirado en estos mazos se hacían clavos, aperos, calderos, picos, y ruedas de carro de roble reforzado con tiras hierro. Hasta los años veinte se hicieron ruedas de cambas, con la llanta formada por grandes clavos, y a partir de entonces de cambín, con llanta de una pieza.

 

 

 

 

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